"Conversando" con Café sobre la entrada anterior, me surgió la siguiente duda: ¿Cómo hacés para decirle a tu hijo que tiene que pensar en una carrera con "futuro" económico?
Esto de ser padre (aunque todavía lo estamos cocinando a Dortito) es un verdadero quilombo.
Se te ocurren cosas que jamás pensaste, pero ni remotamente.
Empezás a generar máximas sobre crianza y a ponerte en situación de más de 800 hipótesis de la vida cotidiana a fin de tomar siempre la decisión correcta ("si, tele va a ver, pero no más de 2 horas por día" o "a mi no me va a tomar el tiempo")
Cuando entrás en esa vorágine, te las sabés todas. Sos el mejor de todos, el Socolinsky de la década.
Pero cuando estás tranquilo, pensando en cualquiera, leyendo en blogs propios y ajenos, entonces es que empiezan a aflorar las verdaderas dudas, esas inquietudes que te fruncen un poco. Porque cuando estás solo con tu alma, la seguridad y la soberbia se escapan y no dejan ni rastros.
Y entonces es que se te pueden ocurrir este tipo de preguntas. Porque obviamente que todos queremos que nuestros hijos sean felices.
No menos cierto es que todos (o casi todos) pensamos que la plata no hace la felicidad.
Y ya que estamos en tren de sinceramiento, la gran mayoría también va a estar de acuerdo con que si bien no la compra, ayuda muchísimo. Y todos estamos de acuerdo con que mientras más ganes, mejor. Y que es mejor tener 200, que 100. Y que tener plata está bueno, y que te permite irte de viajes, etc.
Pero seguramente, muchos de nosotros conocemos a más de una persona que tiene mucha plata y no es feliz.
¿Cuántas veces escuchamos la trillada frase de "... ese porque no la sabe vivir, si yo ganara esa guita, sabés cómo me relajo"? Miles. Y la escuchamos de boca de quien gana 500 sobre el que gana 1000, y del que gana 2000, sobre el que gana 5000.
Entonces, te das cuenta de que nunca es suficiente. Si lo que te preocupa es la plata. Si la necesitás para ser feliz, entonces no será nunca suficiente, porque siempre se puede tener más, porque siempre otro tendrá más que vos, porque siempre te va a faltar algo.
No quiero hacerme el hippie, porque ya soy todo lo hippie que puedo ser (aunque, como siempre, me sigo perfeccionando).
Pero me parece que se está poniendo el acento en el lugar equivocado. Creo que se están dando por sentadas las cosas más elementales, los valores más importantes, y pasamos directamente a lo secundario, a lo urgente.
Escucho de gente que lo manda a colegio bilingüe, para que salga preparado.
¿Preparado para qué? ¿Por qué tiene que salir preparado para eso? ¿Qué pasa si se prepara después, para lo que quiera?
Y esa gente, seguro, cuando van a elegir colegio, averiguan todo sobre las horas de inglés que dan, y que a partir de cuándo les empiezan a dar historia en inglés. Y pasan a la secundaria sabiendo fracciones no? Ahora, de la parte humana, ni noticias. Si les van a enseñar a compartir, si les van a enseñar valores, como la confianza en tu compañero, como la lealtad, si se les va a tratar de mantener abierta la cabeza en lugar de llenarla con contenidos inservibles y cerrarla para siempre.
Éramos 26 los que terminamos 7mo. grado allá por el 89.
De esos 26 -si bien no les sigo el rastro a todos- más o menos 8 seguimos carreras "serias" de las de 5 años. El resto, o hicieron carreras cortas, o directamente salieron a vivir de su profesión, a crear, o filmar, o cocinar, o fotografiar, o programar, o enseñar, o diseñar, etc.
Algunos tenemos más plata que otros, y otros más que unos. Podemos no vernos, ni hablarnos por más de 20 años. Y también podemos encontrarnos por facebook, y sentir, y darnos cuenta de que todos tenemos algo en común.
Los abogados, los contadores, y los cantantes, y los cineastas, y los locutores, y los buscavidas. Todos tenemos la misma estructura. Todos tenemos presentes (aunque los practiquemos más o menos) los mismos valores, la misma esencia. Y eso es impagable.
Y tener los mejores recuerdos de tu primaria, mientras crecías y te formabas como persona, y te formabas como profesional, porque aprendías a pensar, a dudar, a jugártela, a discutir, a preguntar, a escuchar, a razonar, eso es impagable.
Y cuando ves a tanta gente talentosa que vive de una manera que vos jamás podrías imaginar para vos. Cuando los ves que viajan a lugares con los que vos soñás, que tienen los tiempos libres que vos necesitás, que tienen en una plaza, el jardín que vos querés, entonces entendés que nunca es suficiente. Que mientras uno quiere la seguridad de un sueldo, el otro quiere la adrenalina de un porcentaje. Que cuando uno envidia la vida al aire libre de otro, el otro pide a gritos un aire acondicionado. Y así podemos seguir por los tiempos de los tiempos.
Entonces, lo que pensaba es que sea feliz. Y podremos pensar en que qué va a saber él como ser feliz. Pero no podemos ser tan estúpidos como para creer que nosotros le podemos decir al otro cómo ser feliz. ¿O alguien tiene la fórmula y no dijo nada?
Que fácil que es llevar a nuestros hijos por el camino "correcto". Y que difícil debe ser enseñarles que el camino lo tienen que elegir ellos.
Que difícil debe ser el vencer a ese impulso de protegerlos, y de guiarlos, y evitar que se lastimen, que se equivoquen, que sufran.
¿Cómo hacés para decirle que tiene que pensar que su carrera tiene que darle plata? Que mambo jodido hay que tener para eso. Y así de jodido y todo ese mambo es más común de lo que debería. Y la gente está empecinada en cagarse la vida con tal de tener plata. Desde los de más arriba, a los de más abajo, como los pelotudos del interior, que movidos por no se qué cuentos de grandeza y glamour de la gran ciudad, dejan sus tierras que les brindarían sustento, para venir a acá a hacinarse, a vivir entre la mierda, jugándote la vida todos los días para tener DirecTV.
Y puta, si será cierto eso de que rico no es el que más tiene, sino el que menos necesita.
Y también es cierto eso que empecé a decir en la entrada anterior (que no es mío, por supuesto) de que mientras más atención y más depositemos para ser felices en cosas que no dependen de nosotros, más atados estaremos, y más lejos de la felicidad.
Porque el otro no nos pertenece, porque nuestro trabajo, no nos pertenece. El trabajo es una suerte (o una desgracia) que tenemos la suerte de encontrar -o no- y que dependerá de mil y un factores, si nos brindará o no satisfacciones.
Porque si lo pasamos a porcentajes, debe ser ínfimo el porcentaje de gente en el mundo que disfruta de su trabajo y, además, este le da buena plata. ¿Y eso quiere decir que no se lo merecen? ¿Que no se dedicaron lo suficiente? ¿Que los 20 años que se pasaron estudiando no alcanzan?
A mi me parece que tiene más que ver con la suerte, con la alineación de los astros en conjunción con la aceituna de la pizza, que con una escala "justa" de premios y castigos.
Otra vez, para variar, descarrilé.
El camino me quedó allá a lo lejos... casi que no lo veo.
Pienso en formas de resumir este mamotreto y no se me ocurre nada, excepto
"que haga lo que se le cante el culo, porque nadie la tiene atada"