Escuché dos conferencias de uno de los creadores de Apple -Steve Jobs- y cada una a su manera, me marcaron.
En la primera de esas conferencias hablaba de que, a raíz de un cáncer que le habían descubierto -y que después remitiría- se había dado cuenta de que tenía que poner el práctica ese viejo dicho de "vive cada día como si fuera el último de tu vida, porque un día lo será".
Creo haber hecho una entrada en la que hablaba de esto.
La idea es que con un día, no pasa nada, pero si uno piensa qué hizo esta semana y encuentra muy pocas cosas lindas, buenas, placenteras, debería replantearse su vida.
En otra de las conferencias hablaba de esto de unir los puntos.
Imagino esas figuras de las revistas infantiles de los 80s que traían puntos y uno tenía que unirlos. Al hacerlo, veríamos una figura.
Cuando uno ve los puntos solos, no la llega a detectar a esta figura, pero cuando los empezás a unir, va tomando forma.
En la vida uno va haciendo un montón de cosas que parece que no tienen mucha importancia y, sin embargo, cuando pasa el tiempo, y unís esas cosas "colgadas" entre sí y con otras cosas no tan colgadas que pasaron en tu vida, te podés dar cuenta de que el futuro, el destino, no es azaroso, y que uno lo fue forjando día a día, con cada decisión, con cada acción, con cada omisión. Con cada acierto y cada fracaso.
Hace poco escribí sobre cómo y en qué condiciones (buenas) llegué a Dorta y a la posibilidad de vivir y disfrutar de la vida en pareja, de un amor sano, que suma...en fin... ya me explayé sobre esto.
Antes de Dorta hice una movida inmobiliaria un tanto arriesgada. Por suerte, dio resultados y hoy nos permite estar buscando un hogar con todas las letras.
Ya con Dorta, decidimos que era hora de conocer el mundo -o aunque sea una partecita- y así fue que nos embarcamos para ver el Viejo Mundo y la Capital del Nuevo.
El primer viaje fue más por ganas que otra cosa, pero ya el segundo fue sabiendo que tal vez era la última oportunidad de poder hacer un viaje de esas características.
Y así como en su momento me había "sacado las ganas" de estar con muchas minas, ahora nos habíamos "sacado las ganas" de viajar.
Después vino también la desaceleración del ritmo, de los gastos, de las exigencias, de la necesidad de bienes materiales.
Es impresionante como puedo ir uniendo muchas de las decisiones que tomé en mi vida, de los puntos que recorrí y ver que esto que estamos viviendo responde a una lógica, a un plan que llevé a cabo sin siquiera saber que lo estaba haciendo.
Que el destino, que todas las cosas que "vienen" que se dan, responden a algo, son consecuencia de algo.
Se ve que -más allá de algunas malas rachas- no he tenido tantos días o semanas malos y, aunque sin darme cuenta, fui forjando este presente.
Seguro que estaría bueno que todos los días o las semanas terminaran con saldo positivo, pero no tengo nada de qué quejarme cuando hago el balance no ya de un día o un mes, sino de la última década y veo un saldo tan positivo.