miércoles, 24 de febrero de 2010

como calzoncillo de pulpo.

Si alguien sabe cuál es el idioma que debe utilizarse para dar órdenes a esas pequeñas mosquitas de la fruta, me lo hace saber, tamos.....






pueden probar por fax

martes, 16 de febrero de 2010

"Conversando" con Café sobre la entrada anterior, me surgió la siguiente duda: ¿Cómo hacés para decirle a tu hijo que tiene que pensar en una carrera con "futuro" económico?

Esto de ser padre (aunque todavía lo estamos cocinando a Dortito) es un verdadero quilombo.
Se te ocurren cosas que jamás pensaste, pero ni remotamente.
Empezás a generar máximas sobre crianza y a ponerte en situación de más de 800 hipótesis de la vida cotidiana a fin de tomar siempre la decisión correcta ("si, tele va a ver, pero no más de 2 horas por día" o "a mi no me va a tomar el tiempo")

Cuando entrás en esa vorágine, te las sabés todas. Sos el mejor de todos, el Socolinsky de la década.

Pero cuando estás tranquilo, pensando en cualquiera, leyendo en blogs propios y ajenos, entonces es que empiezan a aflorar las verdaderas dudas, esas inquietudes que te fruncen un poco. Porque cuando estás solo con tu alma, la seguridad y la soberbia se escapan y no dejan ni rastros.

Y entonces es que se te pueden ocurrir este tipo de preguntas. Porque obviamente que todos queremos que nuestros hijos sean felices.
No menos cierto es que todos (o casi todos) pensamos que la plata no hace la felicidad.
Y ya que estamos en tren de sinceramiento, la gran mayoría también va a estar de acuerdo con que si bien no la compra, ayuda muchísimo. Y todos estamos de acuerdo con que mientras más ganes, mejor. Y que es mejor tener 200, que 100. Y que tener plata está bueno, y que te permite irte de viajes, etc.

Pero seguramente, muchos de nosotros conocemos a más de una persona que tiene mucha plata y no es feliz.
¿Cuántas veces escuchamos la trillada frase de "... ese porque no la sabe vivir, si yo ganara esa guita, sabés cómo me relajo"? Miles. Y la escuchamos de boca de quien gana 500 sobre el que gana 1000, y del que gana 2000, sobre el que gana 5000.

Entonces, te das cuenta de que nunca es suficiente. Si lo que te preocupa es la plata. Si la necesitás para ser feliz, entonces no será nunca suficiente, porque siempre se puede tener más, porque siempre otro tendrá más que vos, porque siempre te va a faltar algo.

No quiero hacerme el hippie, porque ya soy todo lo hippie que puedo ser (aunque, como siempre, me sigo perfeccionando).
Pero me parece que se está poniendo el acento en el lugar equivocado. Creo que se están dando por sentadas las cosas más elementales, los valores más importantes, y pasamos directamente a lo secundario, a lo urgente.

Escucho de gente que lo manda a colegio bilingüe, para que salga preparado.
¿Preparado para qué? ¿Por qué tiene que salir preparado para eso? ¿Qué pasa si se prepara después, para lo que quiera?
Y esa gente, seguro, cuando van a elegir colegio, averiguan todo sobre las horas de inglés que dan, y que a partir de cuándo les empiezan a dar historia en inglés. Y pasan a la secundaria sabiendo fracciones no? Ahora, de la parte humana, ni noticias. Si les van a enseñar a compartir, si les van a enseñar valores, como la confianza en tu compañero, como la lealtad, si se les va a tratar de mantener abierta la cabeza en lugar de llenarla con contenidos inservibles y cerrarla para siempre.

Éramos 26 los que terminamos 7mo. grado allá por el 89.
De esos 26 -si bien no les sigo el rastro a todos- más o menos 8 seguimos carreras "serias" de las de 5 años. El resto, o hicieron carreras cortas, o directamente salieron a vivir de su profesión, a crear, o filmar, o cocinar, o fotografiar, o programar, o enseñar, o diseñar, etc.
Algunos tenemos más plata que otros, y otros más que unos. Podemos no vernos, ni hablarnos por más de 20 años. Y también podemos encontrarnos por facebook, y sentir, y darnos cuenta de que todos tenemos algo en común.
Los abogados, los contadores, y los cantantes, y los cineastas, y los locutores, y los buscavidas. Todos tenemos la misma estructura. Todos tenemos presentes (aunque los practiquemos más o menos) los mismos valores, la misma esencia. Y eso es impagable.

Y tener los mejores recuerdos de tu primaria, mientras crecías y te formabas como persona, y te formabas como profesional, porque aprendías a pensar, a dudar, a jugártela, a discutir, a preguntar, a escuchar, a razonar, eso es impagable.
Y cuando ves a tanta gente talentosa que vive de una manera que vos jamás podrías imaginar para vos. Cuando los ves que viajan a lugares con los que vos soñás, que tienen los tiempos libres que vos necesitás, que tienen en una plaza, el jardín que vos querés, entonces entendés que nunca es suficiente. Que mientras uno quiere la seguridad de un sueldo, el otro quiere la adrenalina de un porcentaje. Que cuando uno envidia la vida al aire libre de otro, el otro pide a gritos un aire acondicionado. Y así podemos seguir por los tiempos de los tiempos.

Entonces, lo que pensaba es que sea feliz. Y podremos pensar en que qué va a saber él como ser feliz. Pero no podemos ser tan estúpidos como para creer que nosotros le podemos decir al otro cómo ser feliz. ¿O alguien tiene la fórmula y no dijo nada?
Que fácil que es llevar a nuestros hijos por el camino "correcto". Y que difícil debe ser enseñarles que el camino lo tienen que elegir ellos.
Que difícil debe ser el vencer a ese impulso de protegerlos, y de guiarlos, y evitar que se lastimen, que se equivoquen, que sufran.

¿Cómo hacés para decirle que tiene que pensar que su carrera tiene que darle plata? Que mambo jodido hay que tener para eso. Y así de jodido y todo ese mambo es más común de lo que debería. Y la gente está empecinada en cagarse la vida con tal de tener plata. Desde los de más arriba, a los de más abajo, como los pelotudos del interior, que movidos por no se qué cuentos de grandeza y glamour de la gran ciudad, dejan sus tierras que les brindarían sustento, para venir a acá a hacinarse, a vivir entre la mierda, jugándote la vida todos los días para tener DirecTV.

Y puta, si será cierto eso de que rico no es el que más tiene, sino el que menos necesita.
Y también es cierto eso que empecé a decir en la entrada anterior (que no es mío, por supuesto) de que mientras más atención y más depositemos para ser felices en cosas que no dependen de nosotros, más atados estaremos, y más lejos de la felicidad.

Porque el otro no nos pertenece, porque nuestro trabajo, no nos pertenece. El trabajo es una suerte (o una desgracia) que tenemos la suerte de encontrar -o no- y que dependerá de mil y un factores, si nos brindará o no satisfacciones.
Porque si lo pasamos a porcentajes, debe ser ínfimo el porcentaje de gente en el mundo que disfruta de su trabajo y, además, este le da buena plata. ¿Y eso quiere decir que no se lo merecen? ¿Que no se dedicaron lo suficiente? ¿Que los 20 años que se pasaron estudiando no alcanzan?
A mi me parece que tiene más que ver con la suerte, con la alineación de los astros en conjunción con la aceituna de la pizza, que con una escala "justa" de premios y castigos.


Otra vez, para variar, descarrilé.
El camino me quedó allá a lo lejos... casi que no lo veo.
Pienso en formas de resumir este mamotreto y no se me ocurre nada, excepto
"que haga lo que se le cante el culo, porque nadie la tiene atada"

viernes, 12 de febrero de 2010

Mi vida se divide en dos (ponele).
Había una etapa en la que planificaba todo. Toda mi vida, enterita la tenía planificada. La novia, el casorio, los estudios, el trabajo, los hijos.

En esa etapa me casé con quien no debía, me separé de quien debía, estudié lo que debía, o no debía... (no lo tengo claro todavía) y por suerte no tuve los hijos que no debía.
En esa etapa me alejé de amistades (no, cómo voy a perderlas si eran amistades), no conocí ningún lugar interesante, no estudié nada interesante ni trabajé en nada relevante.
En esa etapa no creé nada. No se me ocurrieron grandes ideas.
No tomé mayores riesgos, ni tuve grandes éxitos ni fracasos (más allá del de un matrimonio que nunca debió ser). La relación en sí no fracasó, porque nunca tuvo posibilidades de éxito.
En esa etapa vendí mi moto. Me compré un departamento que no me gustaba y un auto que tampoco.

Después vino una nueva etapa que deriva en esta realidad.
En esta etapa estuve con gente, hice cosas, consumí sustancias que debía y otras que no.
Tomé muchos riesgos. Leí mucho. Practiqué y aprendí un montón de cosas que me gustaron (de las útiles y de las inútiles también). Conocí lugares increíbles, me hice nuevos amigos. Viví mucho la noche, y también el día. Conocí muchas mujeres. Me enconché y desenconché más o menos profundamente. Por más o menos tiempo. Rompí corazones y me rompieron el mío (pero nunca lo suficiente como para que duela) y crecí. Crecí mucho yéndome de joda, agarrándome lindas curdas, deambulando por ahí, con amigos, con extraños, con gatos, con mujeres, con minas, con niñas. Crecí mucho bailando, fumando, divagando, escribiendo, leyendo, fantaseando, diseñando, escuchando, soñando.
Crecí mucho también viajando, gastando la plata que no tenía.

Y así llegué a Dorta, bastante curtido, casi sin miedos.
A los 20 días (más o menos) de conocernos, ya estábamos reservando pasajes para París, embarcándonos en nuestro primer gran viaje. Vivimos juntos, reformamos la casa, hicimos otro gran viaje. Y otros más chicos. Y vendimos casa, y compramos casa, y vamos a empezar la obra. Y creamos mil proyectos, y concretamos unos pocos, y otros siguen ahí, tomando forma. Y fuimos creativos, y fantasiosos.
Y quisimos ser padres, y estamos en eso. Y quisimos mudarnos, y estamos en eso. Y quisimos ser felices, y estamos en eso.

En estos 3 años hice cosas que pensé que no haría jamás.
Y fui mucho más feliz de lo que jamás soñé.

Si unas horas antes de conocer a Dorta me preguntabas qué iba a ser de mi vida, te hubiera dicho cualquier cosa, hubiera pensado, soñado e imaginado mil cosas que estarían a millones de años luz de donde estoy ahora.

Y si, la vida te da sorpresas.

Entonces pensé que no tiene mucho sentido planificar tanto la vida. Mucho menos cuando se trata de amores, de sueños, de proyectos, de profesiones, de viajes. Porque todo cambia tan rápido.

En definitiva, mientras más me conozco, y más conozco la vida (si es que podemos afirmar semejante barbaridad) más convencido estoy de que no es mucho lo que puedo planificar.
Ojo, todo depende de mi, pero eso no quiere decir que puedo hacer lo que quiera, sino que tengo que estar preparado, dispuesto, listo para decir que si, o que no, para salir, para hacer.
Después de todo, es mucho más divertido viajar río abajo, con la corriente, aprendiendo a esquivar las piedras (o a apechugar sus golpes), a bancar los saltos, a tratar de mantenerse a flote.
Decía que es más divertido eso que andar por un lago yermo que no nos lleva a ningún lado.

Es un poco raro, pero mientras más lecciones aprendo, más experiencias vivo, más lugares conozco, más libros leo... en definitiva, mientras más sabio me pongo (o menos ignorante, como quieran) más seguro estoy de que René era un fenómeno, y que no sé nada.
Y que algunas cosas se pueden planificar, pero en definitiva las cosas pasan.
Porque uno las busca, porque uno va generando las condiciones, seguro. Uno aporta lo suyo, pero la vida no es dos más dos.
Y mejor que llorar sobre la leche derramada es revisar el por qué se derramó para que la próxima vez que se derrame (porque seguro que volverá a pasar) al menos sea por otra causa.

Ya me perdí un poco... me salió de un tirón y no tengo ni tiempo ni ganas de revisarlo, pero básicamente la idea es que no hay que hacerse mala sangre por las cosas que pasaron, no por las que pueden o no pasar. Lo mejor es hacer lo que nos hace bien ahora, ya, que seguramente serán esas cosas las que más felices nos hagan en el futuro.
En general los viejos que, cuando recuerdan su vida, sólo pueden nombrar logros económicos son unos viejos chotos.

En fin, no entiendo cómo, si todos estamos de acuerdo en cuales son las cosas importantes en la vida, casi ninguno las pone en primer plano y, en cambio, le damos bola a cosas que, en definitiva, no dependen de nosotros.

miércoles, 10 de febrero de 2010

se mueve
se rasca
bosteza
crece
salta
patea
recibe alimentos
ya está cabeza abajo
y...









nada más









ah, si, me hace ser infinitamente feliz.
(que no es moco e' pavo eh)

martes, 2 de febrero de 2010

que cuanto más larga es la parte final de las promociones* más tramposa es la propaganda



*(esas bases que pasan a los pedos y de las que lo único que se entiende es "salvo Córdoba y Mendoza")